Afortunadamente no tardé mucho en pensar en aprovecharlos para un caldo. No debía ser yo la primera persona que lo pensara, por supuesto, lo googleé. Efectivamente habían páginas que hablaban de eso e incluso recetas, ninguna me convenció por el simple hecho de que recomendaban agregar cebolla, ajo y otras cosas (sofreírlas) sin haber sido usadas previamente, y la verdad, mi intención no era usar de más sino aprovechar lo que se supone iría directamente a la basura, o en mi caso, al compostero.
Opté por hacer mi propia versión simple. Lo que me engancha completamente de esto, es el poder darle un doble uso a mis verduras y al final, aún poder incluirlas en el compostero.
Ingredientes:
Sobras de verduras acumuladas
Agua
Sal o condimentos de tu preferencia (opcional)
Para poder preparar este caldo hay 3 reglas de oro que deberías seguir:
1. Lava la verdura antes de consumirla, yo personalmente prefiero lavarla el mismo día que la compro y guardarla limpia, lista para comer.
2. Usa solo restos que estén aptos para ser consumidos, verduras ya muy maduras o golpeadas van bien pero las mohosas no sirven.
3. Almacena los restos en un recipiente o en una bolsita en el congelador (para que no se estropeen) y una vez que hayas juntado una buena cantidad, puedes ponerte manos a la obra con el caldo.
¿Qué podemos usar?
Esto está basado en mí experiencia, si hay algo que no esté acá, puedes aventurarte a probarlo y contármelo en los comentarios.
Cebolla, zanahoria, apio y ajo siempre van bien. Patatas, a mi gusto van genial. Se supone que tienen mucho almidón y hay quienes recomiendan ser precavidos con las cantidades, pero yo no he tenido problemas.
La calabaza le añade más sabor y un color mucho más intenso. Champiñones añaden un sabor ligero. Calabacín, en pocas cantidades van bien. Pimentón y tomate, van súper.
Algunas hierbas como perejil, cilantro, laurel, romero y tomillo dan un extra de sabor.
Brócoli, coliflor y repollo tienen sabores muy fuertes. No los recomiendo.
Instrucciones:
1. Coloca los restos que vayas a utilizar en una olla y cúbrelos con agua.
2. Pon a fuego alto y deja hervir por unos 20 minutos. Ve revolviendo de vez en cuando. Pasados los 20 minutos, baja a fuego medio por unos 20 minutos más. La idea es reducir la cantidad de agua mientras el caldo se va haciendo más concentrado.
3. Cuando el agua haya reducido (más o menos a la mitad del líquido inicial) y el caldo haya cogido aroma y color concentrado, está listo. Ahora ¡a colarlo!
5. Si quieres añadir sal o algún condimento puedes hacerlo ahora, ya sin los restos en la olla.
Yo particularmente prefiero hacerlo sin sal ya que nunca sé para qué lo voy a usar. Eso me da la libertad de usarlo en salsas, sopas, al hervir arroz o quinoa, y sin el temor de no saber si se me habrá ido la mano con la sal.
También me gusta hacer “cubitos” y tenerlos en el congelador, son más fáciles de conservar y siempre útiles para cocinar y añadir un extra de sabor. En nuestra casa, el caldo que no nos comemos en el momento, lo guardamos en recipientes de vidrio, y lo consumimos en un plazo máximo de 2 días.
Otra porción la comimos en el momento con un poquito de albahaca, verduras hervidas y unas bolitas veganas. Condimentado al gusto y ya está listo para comer.
Y como paso final, llevé los restos del caldo a nuestro compostero, para darles un último uso y devolverlos a la tierra, y así también mantener felices a nuestras amiguitas y buenas trabajadoras: las lombrices.
¿Se te había ocurrido darle un segundo uso a tus verduras? ¿Te animas a probarlo?