En uno de los cerros de las Calerizas, en la dehesa de la oliva, la geología moldeó una cueva con tres plantas y más de diez kilómetros de longitud. Debió ser un buen refugio porque los osos cavernarios ya la utilizaban hace miles de años.
Mauricio Atón
Y es en esta cueva, la del Reguerillo, donde comienza la historia de los primeros habitantes de Patones. Si me traslado al Paleolítico Superior podría ver a un pequeño grupo de personas nómadas que utilizaba la cueva como hogar y refugio, que se aprovechaban de los recursos de su alrededor y vivían en igualdad.
Los primeros patoneros debían hacer frente al frío, defenderse de los peligros como los grandes animales y buscar alimento diario. Las mujeres cuidaban a los niños y permanecían cerca de la cueva recolectando bayas, nueces y granos. Los hombres debían alejarse del refugio para cazar animales salvajes. Para la caza hacían sus propias armas con trozos de piedra tallada.
También podría verlos dibujando en los muros interiores de la cueva escenas de sus jornadas de caza y pesca. Los grabados de estos hombres y mujeres del Paleolítico Superior quedaron en la cueva como testimonio de su presencia y forma de vida y fueron descubiertas milenios después.
Dibujos en la roca
En mi viaje en el tiempo, mis gafas mágicas también me trasladan al Neolítico. Estos nuevos patoneros comenzaron a cultivar algunos productos y a domesticar animales por lo que ya no deben cambiar de hogar cada cierto tiempo. Seguían utilizando la cueva del reguerillo y la delimitaban y compartimentaban con restos vegetales y también aprovechaban el entorno exterior. Les podía ver fabricando cuencos de cerámica que utilizaban para cocinar y conservar los alimentos.
Neolítico y Edad del Bronce
Cuando cualquiera de los habitantes del grupo, fuera anciano, niño, hombre o mujer fallecía se le enterraba en la cercana cueva del almendro donde se utilizaba el fuego para la iluminación o para alguna función ritual.
Al quitarme las gafas y regresar al presente me encuentro una cueva cerrada, sin apenas pinturas rupestres, llena de basura y graffitis. Me entristece pensar que el mal uso de la cueva durante tantas décadas haya dañado restos de hombres y mujeres de otras épocas que se conservaron casi intactos durante milenios.
Me entristece pensar que los vecinos del actual Patones no pueden sentir y descubrir la forma de vida de sus ancestros.
Me entristece pensar que los visitantes no puedan disfrutar del gran patrimonio arqueológico que esconde la cueva del Reguerillo.
Fotografía de Krzysztof Wandrasz
Es momento de ponerse a trabajar para la conservación, investigación y divulgación de la cueva y quien sabe si dentro de unos años quienes duerman en la casa rural melones puedan disfrutar de una visita guiada que les transporte al pasado con unas gafas mágicas.
Fuentes bibliográficas:
Dibujos en la roca: El arte rupestre en la Comunidad de Madrid.
El Neolítico y la Edad de Bronce en la Comunidad de Madrid
Arte parietal en la Cueva del Reguerillo
Estrategia de conservación para la cueva del Reguerillo
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