Un jabón elaborado al 100% con aceite de oliva virgen (jabón de castilla), como ya hemos comentado anteriormente, es uno de los más valorados y considerado como el mejor jabón artesano (aunque para nuestro gusto un poco escaso de espuma). Por su suavidad y cremosidad es muy recomendable para todo tipo de pieles, incluso las más sensibles como las de los bebés o personas con piel atópica, ya que es completamente seguro y no obstaculiza las funciones naturales de la piel.
Todos los índices de saponificación de este aceite, comparado con el de hueso de oliva, son ligeramente más bajos, ya que el aceite obtenido de la pulpa del fruto es más bajo en ácidos grasos saturados (que son los que aportan buenos índices al saponificar), pero por contra mantiene intactos todos sus nutrientes y antioxidantes, que no son tan apreciables en el aceite de orujo debido a que se pierde bastante durante el proceso de refinación.
Por todo lo expuesto, podemos elaborar un jabón al 100% de aceite de oliva virgen o complementado con otros que le aumenten su poder de burbujas (como el aceite de coco) y duración de la misma (con ácido esteárico o manteca de karité por ejemplo). Lo añadiremos junto a los aceites base y complementándolo con vitamina E para retrasar la oxidación.
Propiedades físicas al saponificar:
Dureza: 47.
Burbujas: 41.
Persistencia: 40.
Limpieza: 47.
Acondicionado: 47.
Yodo: 82.
INS: 109.
Propiedades cosméticas:
Alto poder de nutrición e hidratación, gracias a su riqueza en vitaminas, minerales y ácidos grasos insaturados, sobre todo el oleico (Omega 9). De hecho es uno de los aceites vegetales con mayor proporción de éste compuesto, por debajo del aceite de camelia, cártamo y avellana.
El ácido oleico actúa sobre la superficie de la piel, aumentando su grosor y además tiene la capacidad de penetrar en ella profundamente para nutrirla desde su interior, al mismo tiempo que estimula la producción de colágeno y elastina, proporcionándole poder de regeneración y protección sobre la capa exterior.
Es recomendable su uso, sobre todo en cutis secos, ya que al ser algo comedogénico (muy poco) y de absorción más bien lenta, puede obstruir un poco los poros y dar lugar a puntos negros.
Aplicado sobre el cabello hace maravillas, sobre todo en los más castigados, puesto que los regenera, aporta un intenso brillo, refuerza la cutícula y frena la caída. Se puede aplicar en forma de mascarilla, sobre el cabello húmedo, y dejarlo actuar una media hora antes de proceder al lavado. Es recomendable enjabonarse bien el pelo para no dejar rastro graso.
Es muy indicado también para tratar las zonas más secas del cuerpo (codos, talones, etc.), ya que las reblandece y suaviza en profundidad, y si además lo emulsionamos con un poco de cera de abejas resultará un bálsamo perfecto y de textura más agradable de untar. Puedes ver la receta aquí: cómo hacer una crema con sólo dos ingredientes.
Otra aplicación que le podemos dar al aceite de oliva es como exfoliante corporal antes de la ducha. Para ello lo mezclaremos con un poco de sal o azúcar, frotaremos la piel con la mezcla y a los minutos ya podemos enjabonarnos como de costumbre.